La Parábola de los Pájaros Cantores

Belleza simétrica y belleza asimétrica  

Sabiendo que tras el ideograma  mei , que significa belleza, hermosura, se dibuja el de yang, una cabeza de oveja, Li Yun, un letrado confuciano que trabajaba de archivador en la corte fue a ver al pintor y calígrafo Wen Lu, apodado así, Veta Verde, porque su gran pasión eran las hojas en todas sus formas y estaciones, texturas y curvas, poros y tonalidades.

Li quería que Wen le explicara cuál era la razón por la cual  ese animal estaba en el nacimiento de lo bello.


-Sin duda a causa de la paz que emana-dijo el reputado artista, dejando de lado su pincel y observando con atención al visitante.

Un hombre alto, de túnica morada y negra y manos muy cuidadas.

-Es una criatura gentil y discreta que busca  la humildad de la sombra y cuyos ojos aceptan sin prisa el peso de la condición terrestre.
    

Wen tenía su estudio en lo alto de una colina que en primavera se abría en nubes de ciruelos salvajes, un sitio tan escarpado como inaccesible, razón por la cual recibía pocas visitas.

Se dispuso a ofrecerle un té a su visitante y aguardó a que la respuesta calara en el interior de su protocolaria armadura.


-Siempre creí que la oveja, o mejor dicho el carnero- dijo el letrado Li Yun-, había sido escogido por los maestros calígrafos para representar la belleza debido a la simetría de sus cuernos, pues resulta obvio que, puestos a escoger entre lo par y lo impar, elegimos lo primero por causa de nuestra propia y bilateral simetría: dos orejas, dos labios, dos ojos, dos manos.


-Esa es la mitad de la respuesta-sonrió, entonces, el calígrafo-.

No niego que en toda belleza  exista una dosis de correspondencia, cierto grado de reciprocidad. Los dientes crecen paralelos, el laúd tiende sus cuerdas una junto a la otra, la hoja tiene dos sectores a lo largo de su nervio central, el río dos orillas y el bambú dispara un brote a la izquierda y luego otro a la derecha, exactamente como nuestros brazos. Pero en cada uno de esos casos se trata de una belleza externa, superficial.

-¿Qué quieres decir con externa y superficial?-interrogó el archivero.
    

El calígrafo sirvió dos tazas de té. Inspiró hondo, espiró, contempló unas aves que se perseguían en el horizonte del ocaso y dijo:


-¿Has visto alguna vez un cuerpo humano por dentro?
    

El letrado, que nunca había estado en la guerra, carraspeó incómodo.


-Uno de nuestros pulmones tiene tres lóbulos y el otro dos, el hígado es  de una sola pieza pero el corazón es doble. El estómago se tuerce para un lado y la vejiga para otro. En nuestro interior nada es, por tanto, simétrico, y sin embargo continúa siendo bello ¿no crees?

La simetría nos cautiva porque equilibra nuestro asombro en  un mundo aleatorio y dispar, pero lo asimétrico nos maravilla porque en las entrañas de nuestro cuerpo palpitan retorcimientos vivos y sentimientos móviles.


-Qué lejos-sonrió el visitante- ha quedado la oveja de nuestro diálogo sobre la belleza.


-Di mejor-le respondió el calígrafo-,qué cerca nos ha dejado la conversación de su mansa aquiescencia y serena compostura.

                                     

Mario Satz: La parábola de los pájaros cantores