Sobre la Salud y la Enfermedad

El hombre «sano» es un hombre íntegro, entero. el hombre «enfermo» está quebrado. en eso consiste su enfermedad

“Cuerpo sano” no es idéntico a “hombre sano”

Nestra época ha producido sólo un tipo de ideología, donde se atiende casi exclusivamente al bienestar corporal.

Otros valores son descalificados por “no científicos” y relegados a una región a la que ya no se le da importancia, salvo en casos excepcionales, donde en caso de desorientación o de duelo, se busca refugio en ellos.

Pero el hombre vive también en otra realidad: ésta se manifiesta en sus sentimientos, sus sensaciones, su nostalgia, su amor, su fe y esperanza. estos momentos no son “medibles”, no están sujetos a la “casualidad”. por ello, también son “intemporales”.

Hasta que se reconoce en el hombre estas dos realidades, el hombre “entero” está “quebrado y disociado”, condenado a “estar enfermo”.

¿Cómo curarlo entonces si se conoce sólo una de ambas realidades, la medible, la pesable estadísticamente? entonces, todos los metodos curativos pierden sentido desde el principio, no conducen a nada. una clase de enfermedad es suprimida, mientras que otra se instala en su lugar. nunca hubo tanta gente que se “sienta” enferma, desganada y sin sentido como en la actualidad.

El hombre forma, justamente la unión de ambas realidades y sin embargo, éstas se enfrentan a modo de antítesis. La vida del hombre es la tensión de esta paradoja. es como el inspirar y el espirar. luego el hombre no vive en la realidad corporal o en la psíquica, sino en ambas.

Si se deja de considerar a una de las dos, o se actúa como si existiera una sola, -tratando de entender y captar la realidad psíquica con medidas científicas- se quiebra al hombre. de ese modo, se capta justamente al hombre de nuestra actualidad, el que se siente enfermo, infeliz y desganado.

Se trata de ver al hombre como unidad, experimentarlo como unidad, de encontrarlo como unidad. Quien ama al hombre, lo reconoce en su unidad. el que se busca sólo a sí mismo, en realidad teme al hombre, lo odia, destruye en él esa unidad. y quien “rompe” en otro la unidad, la rompe en sí mismo, ya que el prójimo es como un espejo en el cual uno se reconoce a sí mismo. ambos lados experimentan luego, su enfermedad.

Surgen los estados interminables de enfermedad: la desesperación, la resignación. se busca la embriaguez para lograr el aturdimiento. La vida pierde sentido para él, el mundo le parece un proyecto fallido. Es difícil ver la propia vida como paradoja estimulante de dos realidades que se oponen, en un mundo donde todo énfasis es puesto en la exclusiva validez de lo material, en sus manifestaciones “medibles” y en el estatus social, como única instancia que merece sacrificio. ¡por ello, es esencial ayudar a los enfermos!

Esta ayuda, entonces, no es de ningún modo alguna explicación de dos realidades, o un “señalar hacia otro mundo”. todo lo contrario, porque en tal caso, el enfermo sólo experimentaría la pena y opresión de su “haber fracasado en reconocer” esa otra realidad invisible; surgirían en él sentimientos de culpabilidad, o bien irritación y enojo. pero, en general, no entendería de “qué” se está hablando. y sólo durante su estado de enfermo podría aferrarse a “algo”, ya que todo enfermo suele querer “apoyarse en algo”. se siente indefenso; pasivo y gustoso recibe cualquier medicamento ofrecido. En el momento de su curación corta con igual intensidad todo lo que le recuerda su fase de enfermedad, casi siente vergüenza de haberla tomado en serio.

¡La única posibilidad de ayuda en estos casos, es entonces, sencillamente, la presencia de un tercero! es decisivo, que quien visite al enfermo sea el mismo un hombre “íntegro”, que viva consciente e inconscientemente en las dos realidades. sólo este visitante puede brindar ayuda, sólo éste puede despertar, por su mera presencia, la otra realidad en el enfermo. justamente sin palabras, sólo por la “presencia invisible”, indefinible, de una vida basada en la paradoja.

El que habla de la “otra realidad”, muestra que se encuentra en él, el predicador patético; muchas veces falso, llevando entonces también al enfermo al simulacro. lo mejor sería no hablar nada, estar presente, sencillamente, con su vida cotidiana. Ésta habla por sí misma tocando filosofía y religión, inflación y estudios, política o literatura.

En cuanto a los medicamentos, si ya están, su efecto cambiará; y si no los hay, el efecto podría ser el mismo. es un error estar fanáticamente a favor o en contra de medicamentos, ya sean químicos, homeopáticos, etc. ¡se trata simplemente de la visita que el hombre hace al enfermo!

El enfermo es un ser “pasivo”, él es el “lado” del mundo manifiesto. este mundo espera, tiene esperanzas y nostalgias, necesita del cambio, el cambio que “rompe” la monotonía, lo uniforme; necesita que “irrumpa” otro mundo. Es como la tierra que necesita de la lluvia, así, el hombre necesita de una comunicación del “cielo”: o sea, de la otra realidad.

Entonces, cae la “lluvia” y se regocija con la “tierra”, la que como respuesta da el “fruto”. El que “irrumpe” es el otro, el visitante. se dice que el salvador proviene del “cielo”, ¡es visitante en este mundo! ¡él es también el que cura! ahí donde uno cree poder dar alivio o ayuda por su presencia, ahí vaya uno como visita. esto significa que se visita al otro en su propio mundo, adaptándose a la circunstancia y a la modalidad del visitado.

El individuo debe “vestirse” con la vestimenta de él, con sus palabras, con su manera de pensar. Entonces la presencia del salvador fecundará nuevamente el mundo del enfermo. por intermedio de esta presencia, todas las palabras, todos los conceptos anteriores, reciben “nueva vida”. ¡la lluvia hizo surgir el fruto! no llueven frutos, el mundo trae con la lluvia sus frutos, según el suelo, clima y la semilla.

No sólo se trata aquí de ir concretamente a la casa del enfermo, ya que entonces podría ocurrir que la visita resulte como la de un visitador orgulloso, testarudo y soberbio. también se puede recibir (qibel-qabalah) al enfermo, con toda la modestia, en la propia casa. También esta es una forma de “visita”. El cielo envía los ángeles a la tierra, también al ángel que cura, quien habla el lenguaje de la tierra. ¡Este es el significado del visitador de enfermos!

El enfermo es como la novia que espera al novio, es el mundo que espera a su cielo. Sólo el enfermo puede experimentar lo que significa y es la liberación. Él es el elegido para esa gran alegría (simjah – masiaj – mesías) . Él es entonces el “enfermo sano”. Es lo que se debería desear a cada enfermo: “que sea un enfermo íntegro”. será fértil y producirá nueva vida. Su vida será un camino por el que avanzará de etapa en etapa. Se renovará siempre más allá de las fronteras. entonces, él se dará cuenta del “sentido de su vida” y del “sentido del mundo”. ¡Verá, después, que todo fue bueno, muy bueno!

Resumen del libro del “salud y enfermedad” del gran maestro Friedrich Weinreb

ISh TaM