Las Diez Palabras – Aseret HaDibrot

La estructura del Hombre

El camino que pasa por las 26 generaciones concluye en el Sinaí. Entonces se “ve” lo que antes sólo se había podido “creer”. D-os desciende a la tierra. Se revela en la palabra, muestra lo que Él ES, lo que es el hombre y el mundo. La revelación se expresa en la forma del séptimo día, que para nosotros es la realidad: El lugar del hombre en el mundo está expresado en la revelación con las llamadas “Diez Palabras” escritas por D-os en las Tablas de Piedra. Se habla de los Diez Mandamientos, o la Ley, pero estas denominaciones son erróneas. Nunca se habla en la Tradición de los Diez Mandamientos, siempre de las “Diez Palabras”.

Los Mandamientos no tienen en la Tradición el carácter de “deber hacer”, más bien son indicaciones para el camino “justo”. Las “Diez Palabras” determinan el lugar del hombre en el mundo. Ellas expresan lo que el hombre es y como llega a su meta. D-os mismo las ha escrito sobre las Tablas de Piedra. Sólo Él, desde Su mundo, puede indicar cuál es la estructura del hombre. Sus normas provienen de otro mundo, porque si fueran sólo de este mundo no serían válidas más allá de la muerte.

Las Palabras están grabadas en Tablas de Piedra. Hemos visto que “piedra”, en Hebreo, es “EBeN”; que contiene, eternamente, lo inmodificable. Todo aquello que tiene que ver con el hombre, contiene la forma de lo incambiable. Aquello que hace del hombre un ser divino frente a D-os y frente al mundo, está determinado por D-os en su forma inmodificable.

“Dos” Tablas se entregan, a pesar de forman una Unidad, son “Dos” como la Letra Alef, dividida y unificada; el “cinco” superior se refleja armónicamente en el “cinco” inferior.

La Tradición comenta que las Letras estaban grabadas atravesando diagonalmente las Dos Tablas, sin manifestarse del lado opuesto como escritura “en espejo”. Aquello que tiene que mostrarse en el mundo como bilateral, es unilateral en su esencia. Los Dos lados mostraban una Unidad incomprensible para nosotros.

¿Cuál es el sentido de estas “Diez Palabras”, de estos “Dos 5”? Ellas muestran al hombre en su esencia. No son leyes morales, higiénicas o sociales. Éstas son sólo sus imágenes. Cuando la Sexta Palabra dice: “No debes matar”, ella significa literalmente “no debes matar a otro ser humano”; pero el principio “no deber matar” abarca la vida humana en la totalidad de sus expresiones, en todos los niveles. Por ejemplo: La Tradición indica que no se debe avergonzar al prójimo. Retar a “alguien” en presencia de terceros cae bajo el principio de “derramar sangre”. Ello puede, por lo tanto, suceder en distintos niveles.

La Sexta Palabra se encuentra en la segunda Tabla frente a la Primera Palabra de la Primera Tabla, de aquella Tabla en la cual D-os estableció en cinco Palabras lo que Él ES. Uno tiene que relacionarse con el hombre, imagen de D-os en la tierra, de la misma manera que con D-os mismo. El hombre no es sólo una tuerca en la gran sociedad, dentro del gran aparato; lo fue en Egipto (mundo de la forma), donde se lo ha tratado sólo estadísticamente, donde fue un “número más en la ficha”.

La Primera Palabra expresa que D-os llevó al pueblo fuera de Egipto. Toda la creación descansa en el volver de Egipto, del mundo de la dualidad. El concepto “dualidad” abarca la creación, creación de la dualidad. La vuelta del camino 1 -2 al camino 2 -1. Es el milagro expresado en el Éxodo de Egipto. Esta “vuelta” sólo puede venir de D-os, de la fuerza del “Uno”, de D-os en su origen, de D-os manifestándose en el mundo. El hombre, como imagen de D-os lleva dentro de sí el deseo (suspiro/anajáh) por esta vuelta. La busca en todos los terrenos, tiene la necesidad de llevar la creación de vuelta a su descanso.

Cada hombre tiene que ser visto entonces como una imagen-espejo, como una imagen de D-os. Respecto de “humillar a un ser humano o matar en él esta conciencia”, la Tradición manifiesta que tal situación es como si toda la creación fuese aniquilada.

La misma Tradición apunta al hecho de que las Diez Palabras de la creación comienzan con el “Dos”, con el “Bet” de la Palabra Bereshit (En el comienzo); mientras que las “Diez Palabras”, al final de las 26 generaciones, sin embargo, comienzan con el “Uno”, con el Alef de la voz “Anojí”, “Yo”, del versículo: “Yo Soy el Señor Tú D-os” (Éxodo 20.2). Precisamente “Anoji” se escribe como 1-50-20-10 =81, porque aquí termina el mundo de la “dualidad”. D-os mismo ha terminado en este octavo ciclo la liberación de las 26 generaciones de la dualidad. Esta revelación comienza con el “Uno”, tal como la creación había comenzado con el “Dos”.

En este momento, el largo camino a través de los cuatro “ele toldot” (“estas son las generaciones”), a través de las cuatro historias generacionales, ha encontrado su fin. El hombre está libre de las fuerzas del desarrollo, del veneno de “la mordedura de la serpiente”.

Él ve nuevamente el “Uno” con el cual comienzan las “Diez Palabras” de las “Tablas Eternas”. La Segunda Palabra (Éxodo 20:4) habla de la prohibición de hacer imágenes. Una vez más, no se trata aquí de imágenes externas. Si sólo se tratara de lo que los hombres creen – o no – , de qué imágenes pueden ser “dioses”, el principio dependería de una fase histórica. La Humanidad, al desarrollarse, llegaría a la conclusión de que sus imágenes auto-creadas de ninguna manera pueden ser “dioses”. La Palabra estaría superada y sin sentido.

Las imágenes quedan, mientras el hombre está atado a las formas de un mundo limitado por lo fenoménico y no ve que imagen y esencia tienen que ser unidas. La forma pertenece a la esencia como la mujer al hombre. Sólo juntos forman una Unidad, la que al romperse da lugar a una ruptura de “matrimonio”; y mientras esto suceda durará el “culto a los ídolos” (el servicio a las imágenes).

A la Segunda Palabra de una de las Tablas corresponde la Séptima Palabra (en la otra Tabla). Esta dice: “No debes cometer adulterio” (Éxodo 20:14). La destrucción de la Unidad “hombre-mujer” es cometer “adulterio”; destruye la armonía, tal como la separación entre esencia e imagen. La Séptima Palabra se refiere entonces a la destrucción de la armonía (Tiferet), también aquella que existe entre esencia y manifestación (imagen).

La Tercera Palabra, “No debes abusar del Nombre del Señor, Tu D-os” (Éxodo 20:7), o “emplearlo innecesariamente”, se encuentra frente a la Octava Palabra: “No debes robar” (Éxodo 20,13).

El abuso del Nombre de D-os, el “nombrarlo” sin necesidad, rompe la Unidad de este Nombre que representa justamente la armonía de la Unidad. Al robar surge una “dis-armonía”, se crean mentira y no verdad. Por lo tanto, la Tradición extiende el concepto de “robar” a todas las esferas de la vida humana. As-i, por ejemplo, está prohibido despertar una “impresión falsa” ya que de ese modo se oculta la verdad.

Tampoco se debería “robar” el tiempo regalado por D-os para las cosas del mundo. En todo lo que se hace, ya sea con uno mismo o con terceros, debería darse la tendencia hacia la unión con el origen. El uso vano del Nombre de D-os en situaciones que nada tiene que ver con la meta de la unificación, cae bajo la Tercera Palabra.

La Cuarta Palabra: “Recuerda el día Sábado para santificarlo”, poco tiene que ver con un día de descanso merecido para poder reintegrarse con nuevas fuerzas en el progreso del trabajo. El Séptimo día ocupa un lugar especial, porque cada “Séptimo Día” corta la línea del séptimo día en el núcleo, en la historia de la creación. El Séptimo Día, el día posterior a los Seis Días de la creación, el día de “descanso” de D-os de todas las obras que ha hecho (Génesis 2,2), anuncia que la creación, el desarrollo, ha llegado a su fin. Es ahora tarea del hombre “Unificar”, en su calidad de “Uno” frente a “lo múltiple”, los opuestos que han surgido del desarrollo y que están frente a él. Haciéndolo, él cumple el sentido de su existencia, participando de la alegría para la cual fue creado el mundo. Se trata de intentar la unificación de los opuestos en todas las esferas; por ejemplo, hacer el bien para equilibrar el sufrimiento.

Cada hecho, cada pensamiento, puede superar opuestos o crearlos. El hombre debe internalizar la idea de que la creación de D-os ha finalizado, que todo está bien y concluido; no puede ser el sentido de su vida completarla. Per si el hombre, en sl Séptimo Día (nuestra existencia aquí) aún quisiera seguir desarrollando el mundo y dedicar sus energías a la continuación, daría un falso testimonio sobre el sentido del mundo.

Por ello, la Novena Palabra, que dice: “No debes hablar falso testimonio” (Éxodo 20:16), se enfrenta con la Cuarta Palabra de la santificación del Sábado. Cada testimonio que niega la armonía rompe el descanso (del Sábado). La no verdad crea lo múltiple en oposición al “Uno” de la Verdad.

En la Quinta Palabra: “Debes honrar a tu padre y a tu madre” (Ibid 12), que se encuentra en la serie de las primeras Cinco Palabras, se indica la “actitud” frente a D-os. Con la Quinta Palabra el hombre debe orientar su mirada hacia su origen. La estima de “lo antiguo” debe extenderse a abuelos y bisabuelos, de manera ascendente, hasta el primer hombre, quien ha enfrentado como “Uno” a lo múltiple. La Palabra quiere decir más que mera estimación a los padres a fin de conservar la paz del hogar. Quien honra a sus padres y antepasados, honra a D-os.

Pero siguiendo este principio, no se puede reprochar al Hebreo bíblico sus rebeliones contra D-os; o reprochar a Adam, quien causó la desgracia de la humanidad por su pecado. Esto y lo otro fue inevitable. La creación está hecha por D-os de esta manera y la Biblia lo expresa y lo menciona: el mundo es así, y las cosas no pudieron suceder de otra manera. Adam e Israel estaban más cerca de D-os que nosotros. Según las Palabras de la Biblia, Él había hablado con ellos. Nosotros estamos muy alejados del origen; “endiosamos” la evolución y como extraños frente al origen somos incapaces de comprender lo ocurrido en aquel entonces.

La Décima Palabra: “No debes desear….” (o “que no te tientes”) se refiere a la actitud del hombre frente al mundo; requiere que se aparte de la expansión en lo material, de la ambición por rangos sociales, del record en la producción.

El hombre debe orientarse hacia otras cosas, no sólo ambicionar un estándar de vida más elevado. Todas las culminaciones del desarrollo apuntan hacia un fin catastrófico, ya sea el diluvio, la Haflagá” (partición) babilónica (la Torre de Babel), o a la catástrofe egipcia. El Paraíso no surge por desarrollo material. La Décima Palabra realza, tal como la Quinta, el valor de lo anterior, la estima por el pasado. Ambas Palabras concuerdan en la advertencia de “no endiosar el desarrollo”.

Estas Diez Palabras contienen una “alternativa” para este mundo. El hombre está frente a una dualidad. Él puede preferir el camino de las imágenes, seguir el desarrollo, o elegir otro camino, el camino de vuelta de la dualidad a la unidad. Este principio de la “alternativa” se expresa por el número de vocablos de estas “Diez Palabras”: 172, que es el valor total de la voz EQeV, 70-100-2 = 172, que significa “Si” (condicional).

El hombre está libre, está en el límite, tiene la posibilidad de elegir. Todo está dado por D-os; sólo la “actitud” del hombre frente a Él está abierta para que en su retorno se deje guiar por amor, confianza y bondad, sin expectativas de premios y sin tasar mecánicamente.

El hombre puede lograr la Unidad en esta vida “Si” vive según la estructura divina; pero también puede no querer seguir este camino. Puede permanecer en la corriente del desarrollo material continuo, pero entonces no encontrará la unificación en esta vida, sino sólo después del largo camino lleno de angustias, de muerte, después del camino “inestable y fugitivo” de Caín.

El número de Letras de estas “Diez Palabras” es de 620. Estas 620 Letras forman “para siempre” la estructura del camino del hombre para su unificación. El número 620 es el valor total de la voz KeTeR (Corona) 20-400-200 = 620, con la cual es indicada la Unidad de D-os en la Primera Sefirah. En esta Sefirah se encuentra el Primer Comienzo, el estado de Unidad del cual D-os hizo surgir la creación.

Las distintas Letras no dan una imagen, pero su combinación forma Palabras. Las 620 Letras, juntas, construyen el concepto contenido en la Palabra KeTeR. Esta Sefirah superior es la parte “que es fruto”. Cuando D-os, en el quincuagésimo día comunica esta estructura eterna del hombre, en las Dos Tablas de Piedra escritas por Él para este mundo material, el estado que reina en ese día es el estado del mundo futuro, el estado del Octavo Día.

Moisés se encuentra en este estado en el Sinaí durante 40 días y 40 noches, estando con D-os, uniendo el mundo con D-os. La Tradición comenta que D-os le reveló en el Sinaí la forma como se expresa lo esencial en la vida, cuál es el sentido de la vida. Esta revelación de D-os está expresada en la estructura sólida de las Palabras, que en su conjunto, forman los Cinco Libros de la Torah, el núcleo, 1-4. La Revelación contenida en la Tradición que Moisés recibió (qibel) en el Sinaí, señala la forma de manifestación de lo esencia en los distintos mundos, también en el que vivimos nosotros ahora.

Tal como el cuerpo surge renovado en cada generación, prácticamente la misma forma pero con rasgos propios, estas comunicaciones de la Tradición deben ser transmitidas a cada generación por la precedente. Es por ello que esta parte de la Revelación lleva el nombre de “Tradición”. La Tradición fue entregada en los 40 días y 40 noches, o sea, durante la vida, el tiempo entero. Primeramente, D-os da esta parte “corpórea” de la Revelación a Moisés. Tal como los hijos provienen de la Voluntad de los padres, esta parte “corpórea” de la Revelación ha permanecido vigente porque Moisés la comunicó a su discípulo Josué, quien a su vez la transmitió a sus discípulos.

De esta manera, se continuó la línea de la transmisión hasta hace más o menos dos mil años atrás. Justamente porque la parte “corporal” tiene que reaparecer en cada generación, nunca se habían escrito estas comunicaciones. Sólo por Boca se siguió transmitiéndola como “aliento”, como Vida. En tiempos de gran confusión existía la amenaza de que se perdiera el conocimiento de la Tradición Oral. Por ello se comenzó a dejar constancia escrita, proceso que se prolongó durante siglos. A pesar de ello y con derecho, se llama a este proceso “Torah Oral”, porque sigue en pie la validez de que debe ser transmitida de maestros a discípulos. Es comprendida solamente si es constantemente llevada al vivir mismo, a ser revivida en cada tiempo según su forma y sus necesidades.

El nombre “Torah Oral” significa que está en un vínculo más directo con este mundo que la “Torah Escrita”. Nuestro mundo se encuentra en el Lado Izquierdo del sistema, en el lado del “Oír”, de lo Oral. En cambio, la Biblia, la “Torah Escrita”, es “Vista”: o sea, se encuentra junto con la Luz en el Lado Derecho. Ambas, la “Torah Escrita y la Torah Oral”, en conjunto, forman un complejo indivisible, una armonía de “esencia y fenómeno”, de alma y de cuerpo. Juntas, son el “Árbol” que “es fruto y hace frutos” Quien entra en el Octavo Día, tal como Moisés en el Sinaí, recibe (kibel-kabal-ah) la Revelación. Sobre el Sinaí, en el mundo de la forma, Moisés se encuentra con el Señor, Quien se le revela. Allá, los opuestos: Día – Noche, Despertar – Dormir, están superados. Moisés no come ni bebe, porque “allá” TODO está cumplido (Éxodo 34:28).

La meta del camino que ha comenzado con la creación, es lograda en la Vigesimosexta Generación. En el núcleo, ellos se expresa con el ciclo completo del 10-5-6-5. A continuación se demuestra como es formado el tiempo por el núcleo…..

Fragmento de : LA KABBALA

LA BIBLIA: DIVINO PROYECTO DEL MUNDO.

FRIEDRICH WEINREB (Bendita sea su memoria)