La Lechuza Filosófica

Los antiguos griegos que a tanto de sus mitos se sumaron aves y pájaros, atribuyen a la lechuza (y por extensión a sus familiares el mochuelo y el búho) la sabiduría de Atenea-Minerva.

Su uu-uu-uu (ulular) llama a la reflexión, una voz subterránea y sabia que da a la tierra un toque de misterio. Como rapaz nocturna que es, esta criatura tan invisible como sigilosa, ve en la oscuridad, atributo de por sí frecuente entre los sabios. Y es a causa de ver y de no ser vista, debido a su inmovilidad o de su vuelo silente, que su figura ingresó en la arcilla de las ánforas y recorrió en relieves de monedas tierras tan lejanas y riberas tan exóticas como las del Nilo, porque fueron los soldados de Alejandro quienes llevaron su imagen más allá de Macedonia.

En Europa, las lechuzas Tyto o Tyto Guttata (variedad de pecho oscuro) suelen habitar tierras de cultivo, edificios abandonados, establos y torres. Se alimentan de ratones y otros animalitos y para cazar utilizan su oído. La forma acorazonada de su cara actúa como receptor acústico. Raramente sobrepasan los 34 cm de altura, ponen dos veces al año según sea la cantidad de su alimento y con una oscilación de cuatro a ocho huevos.


Se adjudica a la lechuza una sierra en la uña del dedo medio, y también se dice que su nido está hecho con sus propios excrementos, lo cual refuerza la leyenda acerca de su sabiduría, puesto que la famosa piedra filosofal de los alquymistas se hallaba entre “las heces” o en “el estiércol”. Como no hay sabiduría que no implique algún peligro, debemos agregar que para los aztecas la lechuza era, junto a la araña, diosa de los infiernos, guardiana de “la cara oscura de la tierra”. Esta última definición tal vez se deba a que las lechuzas sudamericanas de la llanura pampeana, cavan a flor de horizonte su morada.

Mario Satz

El lenguaje de los pájaros.