Ione Szalay – Su Historia

*Ione Szalay

!Qué maravilloso poder caminar con la certeza de que todo tiene un sentido, que existe una trama del destino que entreteje las cosas, seres y sucesos en un todo unificado!

Es desde este encuentro que se busca. Es desde la memoria del espíritu que se va recordando.
Esta es mi historia:

La historia de un viaje.

Desde temprana edad tuve la intuición de que un mundo espiritual sustentaba cada situación o manifestación de la vida.

Así fui creciendo…

A los 7 años de edad comencé a estudiar música. A los 10 años escribía historias y cuentos mágicos.
Por esas cosas del destino, el médico de cabecera de mi niñez era un místico y a veces, acompañados por mi madre, íbamos a meditar con él.

Todas estas tempranas experiencias llenaban mi alma de entusiasmo.
Pasaba largas jornadas frente al papel, y con la amada guitarra descubría maravillosas melodías y argumentos internos.
En agosto de 1985 conocí a mi primer Maestro de Kabaláh. En ese momento todo confluyó en orden y claridad. A los 18 años tuve la certeza acerca de mi misión de vida. La kabaláh me enseñó las adecuadas vías de expresión y a ir más allá de los límites establecidos.

Recuerdo que cuando tenía 11 años había escrito un cuento acerca de héroes y personajes que salvaban al mundo. ¡Cuán grande fue mi sorpresa cuando a la edad de 18 mi Maestro, como es costumbre en la Kabaláh, me dio los nombres de dos guías (maguidim) espirituales que estaban unidos a mí desde mundos superiores! ¡Eran aquellos héroes de mi temprana inspiración! Fue fantástico ver como lo interno cobraba sentido. ¡Imagínense vivir en un universo tan encantado y con pruebas tan fuertes! Una maravillosa responsabilidad.

Con el tiempo conocí a otros Maestros kabalistas de antiguo linaje y como en una gran cadena oral pasé a ser un eslabón más de este enorme saber.
Paralelamente comencé mis estudios universitarios de Psicología en la UBA.
Sentía que la Psicología era la ciencia del alma, me ayudaba a comprender a mi prójimo como a mí mismo, pero no llenaba mi espíritu como los grandes misterios iniciáticos y el amor con que los Maestros enseñaban.

También incursioné en Psicología Social, Terapias de crisis, Psicoanálisis, Filosofía, Historia de la religiones y otros conocimientos humanísticos.
Hasta que finalmente solté las riendas y con una confianza en lo que verdaderamente me nutría el alma, me entregué al camino de la fe sentida.

Así continué mis estudios de Kabaláh hasta que a los 22 años de edad completé la maestría kabalista. Fueron épocas de meditación, estudio, vivencias, silencio y grandes renuncias.
Para ese entonces ya había concluido el libro “La Kabaláh, historia de una iniciación”, basado en las experiencias vividas con los Maestros y había fundado un Centro de Estudios en Buenos Aires procurando contribuir a un mayor discernimiento espiritual.
Gracias a Dios recibí un profundo y vasto legado, una herencia de conocimientos y experiencias trascendentes.

La segunda década de mi vida transcurrió en el servicio, tratando de facilitar humildemente el despertar de la sanación interior en barrios con carencias, villas de emergencia, hospitales, etc.. Fueron épocas hermosas en las que comprendí que el dolor enseña, conectado con el sufrimiento y la herida humana.
Al tiempo que orientaba y ayudaba, publicaba escritos y realizaba emisiones radiales y televisivas. Entre otras cosas, sentía que debía compartir todo lo que la vida me había dado.

A pesar de que la Kabaláh era por ese entonces mayoritariamente judía y yo descendía de una familia cristiana, tuve la suerte de acceder sin ser judío al viejo saber hebreo. Esto me llevó a unir mundos y conciliar fronteras.
Por otro lado Egipto y Medio Oriente fueron siempre un gran amor. Aquellos primeros sabios, sacerdotes e iniciados me transmitieron la magia del desierto y durante años me dediqué a estudiar tanto el hebreo antiguo como los geniales jeroglíficos y sus mensajes.

Desde siempre sentí que la espiritualidad y la trascendencia debían integrar los diferentes procesos evolutivos de la historia y el ser humano.

Todo esto era inestimablemente rico, pero había que portar tal mensaje.

Como en toda historia, hay momentos en que la personalidad, como máscara, se antepone a la esencia, como interioridad. Por consiguiente hubo una etapa en la que me dominó un cierto distanciamiento de mí mismo. Fue un período muy racionalista y filosófico donde hice un culto al estudio, preocupado por unir la razón con la fe. Sentía que no bastaba la experiencia pura y directa si no contaba con las adecuadas formas de expresión y manifestación. Así, poco a poco, comenzó a perder cierto encanto el mundo interno. Lo que antes era vivo aunque inconsciente ahora era consciente pero no tan vivo. Había entrado en una meseta, necesaria, del camino.

Este período transcurrió durante algunos años de mi vida. Fue bueno en esencia, pero duro.
Hasta que en determinado momento, una nueva llamada comenzó a resonar en mí. Era el momento de soltar otra vez las amarras y dejar que los vientos del destino me condujeran a cumplir con la parte del Plan Divino que tenía asignado.

Así en el año 1996 comencé la edición de la Revista Búsqueda. Un proyecto que convocó y movilizó muchas almas. Luego se publicó por la editorial Kier aquel primer libro escrito desde el centro del paraíso de los 18 años.

El reencantamiento del mundo estaba activado, el sol asomaba en el horizonte del destino. La Gracia divina volvía a fijar sus ojos en mí o, mejor dicho, yo en Ella.

En esta tercera década de mi vida todo volvió a cobrar un nuevo sentido y se abrieron las puertas del cielo. Aquel encuentro inicial que se había tornado en búsqueda ahora volvió a ser encuentro.
Un gran alivio estremeció mi alma. Luego de un gran viaje finalmente me encontré con el viajero.

Al final de este proceso escribí mi segundo libro, “Enfermar también es sanar”, publicado por la misma editorial.

Finalmente, debo un profundo agradecimiento a la vida. Me dio una familia maravillosa, un propósito, Maestros y grandes compañeros de viaje.
De la certeza intuida en mis primeros años de vida, hoy llegué a una certeza experimentada. Y sé que este proceso es común a todos los seres humanos.
Después de la noche oscura del alma, recobré el entusiasmo y la plenitud pero desde la conciencia, el compromiso auténtico y la libertad.

Hoy mientras escribo, sencillamente siento que estoy entregado a un mensaje que me llama desde lo profundo. Siento que en la búsqueda por fin he sido encontrado. Ya no hay soledad, ni abandono; sólo amor, el más puro y eterno: el de Dios.

Desde la experiencia acompaño almas y soy acompañado en el camino. Enseño Kabaláh, coordino grupos, propicio reuniones y encuentros. Propongo el arte de la presencia, la comprensión experimentada de Dios, de la Creación y de uno mismo. Colaborando en la recuperación de la confianza y el servicio, como un camino de crecimiento interior hacia una transformación que permita abrirnos hacia nuestro ser esencial, y desde allí poder vivenciar la apertura al Espíritu de Dios que habita en nosotros.

El viaje continúa. Después de renunciar a muchas cosas, siento que me recobré a mí mismo y desde este lugar es desde donde procuro transmitir y enseñar.

Creo en una espiritualidad que integre y unifique al ser humano.
Pienso que el hombre de hoy en día tiene que comprender que sólo es íntegro quien se integra, aprendiendo a fluir y compartir, dando y recibiendo desde el corazón.

Hay que danzar la vida y encontrarle su melodía esencial.

Recobrar la fe, la confianza y la certeza. Ser humilde y no caer en trampas ni bajezas. Hay una grandeza mayor en la humildad.

De tal manera, cada ser recuperará su mensaje, su sentido, pues en cada vida hay un propósito maravilloso que sólo puede ser cumplido por uno mismo.

Un mundo con menos ambición es un mundo con menos ilusión. Así con la fe rescatada sanará definitivamente la herida caminando hacia la verdadera felicidad.
¿Qué es más importante?

El 2 de abril del año 2000, mi padre José Szalay, partió de este mundo. Un tiempo después se me apareció en una visión y con la mirada tierna me dijo: “Ione, ahora que estoy aquí, sé que el camino espiritual, es el único camino”. Amén…

GENEALOGÍA Y LINAJE KABALISTA

TRADICIÓN Y EVOLUCIÓN DEL DIRECTOR DEL PORTAL HINÉNI

Mi primer Maestro fue un cristiano- judío llamado Fedra.
Tenía una tendencia absolutamente jasídica unidas a algunas prácticas herméticas mágicas y alquímicas.

Con él me inicié en la búsqueda de Dios. Fue en agosto de 1985, cuando tenía 18 años.
En noviembre del mismo año me fue dada la posibilidad, con otros, de conocer al Maestro superior, Menajem Mendel Ben Shmoel (Rambash) un hombre venido de Alemania de origen judío con diferentes vertientes que confluían en su enseñanza.

Por un lado su padre Samuel era hijo de kabalistas y discípulo de Menajem Mendel de Kotz, un Maestro importante del jasidísmo del Baal Shem Tov.
Por otro lado, había estudiado en Buenos Aires, cuando vino de Alemania tras la segunda guerra mundial, con un Maestro ortodoxo llamado Simón Ben Levy.
También el Rambash (siglas de Rabí Mendel Ben Shmoel) era un estudioso de Egipto, magia, alquimia y vertientes herméticas, esotéricos e iniciaticas. Las cuales estudié durante largos años llegando a ser Maestro.

Durante éste período también aprendí mucho de dos discípulos de Berniger, uno llamado Levi Ben Israel con quien compartí hermosas charlas de Kabaláh y teosofía mística. También con (Rivka) quien me ayudó a crecer espiritualmente con esa energía femenina mística de hermana.

Durante ese tiempo aprendí con el rabino Hans Hartman, un judío alemán muy especial que nos abrió su corazón y el saber hebreo.
Acudía a su vez al ICAI donde estudiaba hebreo.

Al instituto IWO en la extinta AMIA, donde había un hombre muy especial como bibliotecario llamado Jaime Platkin, según algunos, un sabio oculto.
Con el correr del tiempo también participé de las enseñanzas del Ionatan Shani, discípulo directo del Rav Berg, del Centro de Investigación de la Cabalá, quien a su vez estudió con Z. Bradwein y éste con I. Ashlag, de la línea de Isaac Luria en el siglo XVI y el Zóhar en el Siglo XIII.

Estos son los estudios que realicé durante 17 años en forma directa de boca a oído.

ESTUDIOS KABALÍSTAS

Más, durante todos estos años leí y medité en las enseñanzas de grandes sabios.

Tuve la suerte de conocer personalmente a Mario Satz y conversar e intercambiar, ideas con él.
También participé como conferencista con Ruben Kanalestein, un kabalista muy especial, quien estudió con un Maestro llamado Shoshani de Montevideo, Uruguay.

Y sigo de cerca la magna obra de G. Scholem y algunos de sus predecesores.
También de la maravillosa escuela jasídica fundada por Shneur Zalman de Liadi, el Jabad. La Benei Baruj y Gal Einai, todas escuelas ortodoxas.

Aprecio mucho la obra kabalista de la mística católica Annik de Souzenelle, quien considero junto con Mario Satz, una nueva fuente para la Kabaláh y el judeo-cristianismo.
Y otros tantos que no podría nombrar aquí.
De todos aprendí mucho.

También debo expresar mi aprendizaje de los compañeros de estudio, mis gloriosos hermanos, con quienes he compartido Kabaláh, amor y una amistad del alma.
Y por supuesto de los alumnos que me tocó acompañar, a esta altura somos muchos. De todos aprendí y aprendo algo.

Hace 20 años que comparto enseñanzas a través de seminarios, cursos, clases regulares, individuales y grupales, por los medios de difusión, y por vías electrónicas.
A todos ellos, si están leyendo este texto, hay un lugar para cada uno de ustedes en el jardín de mi corazón.

También el aprendizaje de la Kabaláh sería imposible sin la ayuda de los guías espirituales, maestros del cielo, hermanos mayores, ángeles y seres de luz.
Y Dios, el gran misterio, pues en realidad he descubierto que siempre estaba Dios detrás de cada aprendizaje, llamando a una liberación, entrega y a un infinito fluir.

PD: Maestro….El Año que viene en JeruSalem…Amén.