https://elzoharesplendor.wordpress.com/2012/12/30/el-zohar-parashat-shemot/
El Zohar, en el volumen IX, nos habla del tema del exilio, un asunto extraño y enigmático, pero esencial para comprender el devenir del alma. El descenso de las almas desde los mundos espirituales a nuestro mundo físico tiene una noble finalidad, que es el regreso a la vida verdadera y plena, simbolizada por la Tierra Prometida.
El libro del Éxodo comienza con la siguiente descripción: «Y éstos son los nombres de los Hijos de Israel que vinieron a Egipto; con Iaacov, vino cada hombre con su casa» (Éxodo 1:1). Y antes se comienza alabando a los estudiosos de la Torá, tal como está escrito: «Y los sabios eruditos –maskilim– resplandecerán como el resplandor del Firmamento y quienes hacen el bien con la comunidad resplandecerán como las estrellas por siempre» (Daniel 12:3). Ahora se explica el versículo: «y los sabios eruditos» son los eruditos de la Torá que profundizan y meditan en los misterios de la Sabiduría de la Torá; ellos «resplandecerán», es decir, iluminarán al comienzo de su estudio solamente con una luz y luego mientras profundizan, brillarán gradualmente con un agregado de luz con el resplandor de la Sabiduría de lo Alto.
Significa: mientras más estudian y profundizan en el estudio de la Torá, más luz logran rescatar y quitar los velos que la oscurecen. Y su luminosidad será «como el resplandor»: como una luz y un brillo del río de lo Alto, que sale y fluye de modo permanente ininterrumpido del Edén. Y esta Sabiduría suprema es un misterio oculto denominado «el Firmamento », y en él se encuentran las estrellas y los doce mazalot, el Sol y la Luna, y todas esas velas y luces que iluminan.
El resplandor de ese Firmamento, que surge de la Biná, ilumina con una iluminación poderosa al árbol del Jardín, y el Árbol de la Vida se ubica en medio del Jardín, cuyas ramas cubren a todas esas almas de los justos denominadas deioknin, porque se asientan en el Jardín del Edén, ahora de un modo puramente espiritual, con la forma que poseían en este mundo; y a estos espíritus denominados árboles y a los denominados perfumes del Jardín, porque el perfume de sus buenas acciones asciende a lo Alto. Pues todas las almas se encuentran en el Jardín del Edén, con sus aptos recipientes –keli– y sus vestimentas, denominadas «jaluka de Rabanan». Y debajo de él, del árbol del Jardín, y a su sombra, se protegen todas las jaiot hasadé, literalmente, «los animales del campo», en referencia a los ángeles denominados jaiot hadokesh, que se encuentran debajo y disfrutan de la sombra que los protege. Y todos los pájaros del Cielo, que son otros justos de menor nivel espiritual, quienes no lograron perfeccionar sus actos hasta tal nivel, de igual modo habitan debajo de esas ramas.
La luz del fruto del Árbol que proviene del resplandor del Firmamento, y que ilumina al Árbol, le otorga vida a todas las almas. Su existencia, la de este fruto, es por toda la eternidad, porque crece sobre el Árbol de la Vida, y el Otro Lado no mora sobre este fruto sino que reside sobre el mismo exclusivamente el lado de la Santidad. ¡Bienaventurada la porción de esos justos que degustan de ese fruto al ocuparse y profundizar en los misterios de la Torá! Ellos viven y existen por toda la eternidad, y ellos son denominados sabios eruditos –maskilim– y justos, ellos viven en este mundo y ellos viven en el Mundo Venidero. Y si bien el sentido llano de esta enseñanza es que «ellos viven en este mundo» y vivirán en un futuro en el Mundo Venidero, también cabe entenderlo de un modo más profundo: ellos viven en este mundo y al mismo tiempo, gracias a la profundidad de su estudio de la Torá, viven ahora también en el Mundo Venidero.
El resplandor de este Árbol, asociado con el aspecto masculino inferior, se eleva hacia lo Alto, lo Alto, la distancia de quinientas parsaot de trayecto, seiscientas mil en su extensión. Y a través de este árbol existe también un resplandor, asociado con el Maljut. Ahora bien, este resplandor que es el Iesod de todas las tonalidades asociadas con la conducción del Jesed y la Gevurá, se encuentra incluido en él. Y estas tonalidades se elevan y descienden y no se asientan en otro sitio sino solamente en ese Árbol. Cuando salen de él, del Iesod, para ser vistas en medio de la luz que no ilumina tanto, es decir, el Maljut, que no posee luz propia, se asientan y no se asientan, aunque lo hacen un tanto más que en el caso del Iesod; existen y no existen en ella, y lo poco que lo hacen es solamente gracias al poder del Iesod que la ilumina. Porque no se asientan en otro sitio.
De este Árbol surgieron las almas de las doce tribus de Israel que se encontraban enraizadas en él. Y ellas descendieron con esta luminosidad que no ilumina tanto, como se ha dicho, la Shejiná, al interior del exilio de Egipto junto con innumerables campamentos de ángeles supremos, tal como está escrito: «Y éstos son los nombres de los Hijos de Israel que vinieron a Egipto; con Iaacov, vino cada hombre con su casa».

El Zohar volumen IX
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El Zohar es, sin duda alguna, la obra más famosa del pensamiento místico universal, y de la Cábala en particular. Sus enseñanzas influyeron en el pasado y repercuten actualmente en todas las religiones conocidas.
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