De acuerdo a la ley Judía, cuando recitamos el Shema, “Escucha, Oh Israel, Adonai Eloheinu, Adonai es Uno (Ejad),” hemos de meditar en ciertas alusiones en el deletreo de la palabra para “uno”, ejad. Esta palabra es deletreada: alef-jet-dalet; la palabra alef significa “jefe” (aluf); los valores numéricos de jet y dalet, son 8 y 4, respectivamente. Debemos considerar como el “jefe del mundo”, es decir, Adonai, es maestro del 8, es decir, los siete cielos y la tierra, y el 4, es decir, las cuatro direcciones. Por tanto, la jet significa la maestría de Adonai sobre la dimensión “vertical” (incluyendo los reinos espirituales “sobre” el universo físico) y la dalet significa la maestría de D-os sobre la dimensión horizontal del espacio.
De todo esto vemos la importancia de estar en forma para recibir la consciencia Divina, y la seriedad del error de tratar de “reformar” al mal haciendo brillar consciencia Divina sobre él antes de que esté preparado para ello. El Ba´al Shem Tov enseñó que todo el proceso de crecimiento espiritual debía de pasar a través de las tres etapas de sumisión del ego, separación entre el bien y el mal, y finalmente dulcificación del mal a través del bien. Vemos aquí, al parecer, un intento de tratar de saltarse la segunda etapa, tratando de endulzar el mal sin antes “separarlo” fuera, es decir, destruyendo su mal contexto.
Dulcificar el mal es posible solamente a causa del núcleo interior del bien que está presente dentro de él, y esto solamente puede ser revelado si aplastamos la cáscara exterior o el contexto del mal dentro del cual está atrapado el bien. El error de todos los aspirantes pero equivocados espiritualistas, dice el Ba´al Shem Tov, es ser reacios a matar el contexto del mal antes de tratar de endulzar el buen núcleo interior. En su lugar, ellos tratan de dulcificar la realidad exterior, pero esta realidad exterior no está preparada para ser dulcificada; de hecho, solamente existe para ser resistida, rechazada y destruida identificándola por lo que ella es. Solamente cuando es hecho esto, podemos proceder a dulcificar la realidad revelando el bien interior que verdaderamente permanece dentro de todo.
Baal Shem Tov